miércoles, 20 de agosto de 2014

¿Querés conocer más sobre Blancanieves?

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La otra cara de Blancanieves

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Leemos una versión muy original de “Blancanieves y los siete enanitos”. Contada con humor y se toma a los personajes en broma.Se titula "Y murieron felices"

Los alumnos deberán imaginar qué  pasó en el "medio"de esta historia...


Y murieron felices
   Untada de crema rosada hasta las orejas, Blanca Nieves no paraba de mecerse en la mecedora del más viejo de los enanos, mientras éste miraba resignado, tratando de acomodarse en los peldaños de la escalera para hacer la digestión.
-         - No ha parado de comer desde la tarde en que llegó con su cara de mosquita muerta…”Señores enanos, ¿me puedo quedar a dormir por esta noche? Es que mi madrastra es muy envidiosa y además últimamente le ha dado por convertirse en bruja”…y nosotros como unos buenos tontos…”claro que sí, niña, puedes quedarte todo el tiempo que quieras que nosotros te cuidaremos y te daremos de comer”…y de eso hace cuatro largos meses. ¡Pero bien merecido lo tenemos por despistados! –pensaba el más viejo de los enanos mientras Blanca Nieve acababa con los últimos trocitos del queso y masticaba una de las patas del pollo que se había hecho preparar para el almuerzo.
   Lo más terrible era que apenas Blanca Nieves terminaba de almorzar, los enanos tenían que dejar de hacer lo que fuera para ir rápidamente a la cocina y prepararle la cena (si había algo que Blanca Nieves no pudiera resistir era las ganas de comer algo inmediatamente después del almuerzo). Tres ollas de sopa, una tortilla con quince huevos, un pastel, dos talegos de pan, una libra de queso, y un pollo con salsa roja. Y ¡ay! de que los enanos se demoraran en preparar todos sus manjares para que Blanca Nieves se pusiera inaguantable. Una vez llegó a tal punto que se comió unos calcetines que el enano más viejo había dejado secando en la ventana, porque según ella estaba muerta de hambre.
   Después de servirle, los enanos volvían a lo que cada uno estaba haciendo: planchar las sábanas, martillar una silla, regar las flores, arreglar el radio de pilas, y el más viejo volvía a la inútil tarea de acomodarse en la escalera para hacer la digestión.
   Un día los enanos salieron al trabajo bien tempranito no sin que antes Blanca Nieves les hubiera dado una lista de cosas para comprar: dulces, ganchos para el pelo, leche de pepino para las arrugas, un pintalabios, esmalte de uñas y todos los frascos de crema rosada que encontraran.  Blanca Nieves se quedó sola comiendo como siempre y viendo televisión.
   Al cabo de un rato alguien tocó la puerta […]

(Acá te toca completar a vos)

[…] Se demoraron mucho en dar con el paradero del último príncipe azul que todavía quedaba. Los otros, o estaban demasiado viejos o se habían dedicado a otras cosas: vender paraguas y sombrillas, pasar discursos a máquina, o poner un almacén de pollos crudos.  Pero el gran problema fue que este único príncipe  no podía hacer nada por Blanca Nieves, porque estaba casado con la Cenicienta, una señora de otro cuento que no lo dejaba salir  de la casa y le hablaba todo el tiempo del mercado, de las  cuentas de la luz y de que…”¡en ese televisor ya no se ve bien mi cantante favorito así que hay que ir pensando en  comprar otro!”.
   Después de mucho pensar lo único que se le ocurrió al príncipe fue darles la dirección de un viejo amigo de la escuela que no era príncipe profesional, pero siempre fue el mejor en las comedias que preparaban para el día de la madre. Él, con seguridad, les haría el favor de ir a salvar a Blanca Nieves.
   Les entregó el disfraz de príncipe para que se lo llevaran: una capa, que Cenicienta insistía en usar de delantal; una espada encantada, que ahora servía para  cortar los filetes de carne y un caballo verde que estaba en el garaje, tan viejo que no podía caminar. Los enanos tuvieron que  llevarlo cargado hasta la calle, llamar un taxi y luego meterlo a la fuerza en la silla de atrás mientras ellos luchaban por acomodarse los siete, junto al chofer.
   El amigo del príncipe resultó ser un viejito más viejo que el caballo. Era sastre y le encantaba jugar dominó. Después de  contarle todo el cuento a los gritos- porque además era medio sordo- emprendieron el viaje.  A cada rato tenían que parar.  Unas veces para que descansara el viejito y otras para que lo hiciera el caballo.
   Finalmente, lograron llegar a la casa, en donde Blanca Nieves seguía durmiendo.
   El viejito disfrazado de príncipe se acercó a Blanca Nieves, la miró con la mirada de los príncipes que él representaba en las comedias del día de la madre, sacó la espalda, le rajó la barriga y rescató sana y salva a la viejita con cara de bruja, pues en el afán , Blanca Nieves no la había masticado.
   Desde ese día el viejito disfrazado de príncipe, la bruja con cara de viejita y el más viejo d los enanos se sentaron a jugar apasionantes partidas de dominó hasta que se volvieron todavía más viejos y se murieron los tres.
   Y los demás enanos discutían acaloradamente en un rincón de la casa, pues no estaban muy seguros de que el final de este cuento fuera así.                      

miércoles, 13 de agosto de 2014

Un apellido problemático!!!

                          EL SEÑOR LANARI




A LAS 9:00 DE LA MAÑANA DEL DOMINGO EL SEÑOR LANARI EMPEZÓ A DESTEJERSE.
Y ASI FUE:


Como todos los días, antes de salir de su casa , se  despidió de su perro Firuli con un abrazo y un beso en el cachete.


Pero esta vez -¡oh!- una hebra de su gorro de lana quedó atrapada entre las mandíbulas de Firuli. Ninguno de los dos se dio cuenta.


El señor Lanari cruzó el jardín y llego a la vereda.


Como Firuli rara vez se molestaba en abrir la boca , la hebra de lana tampoco zafó de sus dientes.


¡Y ahí justamente fue cuando el señor Lanari empezó a destejerse!


Por suerte era Domingo. A medida que se alejaba de su casa ,el destejido avanzaba.


Camina que te camina. Desteje que te desteje ,detrás de él iba quedando un tallarín de lanas de colores cambiantes.


El señor Lanari se sentía cada vez más disminuido : cuando paro en  la esquina de la confitería para comprar merengues ya se había destejido todo por arriba.


Encima del  chaleco  ¡no había nada!
Así siguió.


Punto por punto ,paso a paso ,el destejido avanzó hasta la cintura. y
más y más abajo.


Por suerte era domingo ,porque todos los domingos iba a visitar a su abuela.


Cuando llegó a la casa de su abuela le pidió que lo tejiera de vuelta y después de un rato lo terminó.


Se fue a su casa y su perro se quedó sin un diente porque había quedado en la lana de su gorro






DE: GENESIS PEREYRA
       KAREN NAVARRO
       JULIETA FRANSISCO
       JULIETA ESCALERA
       GERONIMO PIZZANO


  







martes, 12 de agosto de 2014

¡Un apellido problemático!




Evidentemente, al señor Lanari, su apellido le trae algunos problemas. ¿Querés enterarte?

Escuchamos el cuento que escribió Ema Wolf, pero la  señorita sólo lee una parte de la historia para que los chicos imaginen un final que explique:

  • Si el señor Lanari solucionó su problema;
  • Si recibió alguna ayuda;
  • Qué pasó con el perro.

En breve, comenzamos a subir los nuevos "finales" de esta historia!!